En esta ocasión, me gustaría salirme un poco de la norma y reflexionar con vosotros en este post sobre el mundo de la belleza, la moda, en definitiva, del cuidado de la imagen personal.
Y todo esto surge por un artículo que publica hoy El País titulado «Recurrir a la belleza, abandonar el Prozac» (podéis descargarlo aquí). El reportaje nos cuenta que, en época de crisis, el sector está en alza. Si bien, tendemos a relacionar en primera instancia el mundo de la belleza con el lujo, desde el punto de vista sociológico no parece del todo cierto.
El ser humano consume este tipo de productos y servicios porque busca cambiar, mejorar su imagen, verse bien y este sentimiento es una fuente de autoestima, de bienestar personal, también en época de vacas flacas. Por ello, en marketing, siempre se cuenta que, en época de crisis, se disparan las ventas de barras de labios color rojo.
Existe un mundo más allá de la frivolidad, de los estilismos imposibles, de las tendencias más agresivas, de los shootings de moda. Buscamos tener una buena imagen delante del espejo y que los demás también nos vean bien.
Siempre me gusta distinguir las profesiones de Asesor de Imagen, Personal Shopper y Estilistas. Hay muy buenos Estilistas en España, muchos de ellos grandes cazadores de tendencia, gran parte blogueros y con gran presencia en el mundo 2.0. Precisamente, podrás consultar sus recomendaciones en el blogroll que encontrarás en la columna de la derecha.
Un Asesor de Imagen es otra cosa. No trabaja desde la tendencia sino desde la persona. Busca esa imagen perfecta en el espejo, se trate de quién se trate, sea cómo sea y esté en el momento vital que esté. Un Personal Shopper es, además, un google de la imagen, sabe dónde encontrar lo que necesita ese cliente. Nuestro trabajo es buscar y buscar sin parar para encontrar, no un belleza efímera, sino una fuente de plenitud a largo plazo.
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