Tras la pandemia del Covid-19, los códigos de vestimenta corporativos se han relajado. Aunque se recomienda mantener los mismos hábitos en cuestión de imagen, no es lo mismo trabajar desde casa que tener que acudir a diario a la oficina. En la actualidad, existen varios supuestos en los que el dress code «Casual» está permitido en la empresa. Pero más allá de estos casos, la fina línea entre el aspecto casual y descuidado hace que no sea la etiqueta más adecuada para proyectar una imagen profesional, tampoco en verano.
¿Existe una cierta relajación en el vestuario profesional tras la pandemia? Seguro que sí, el trabajo desde casa parecía no exigir vestir tal y como acudimos a la oficina. Y, aunque una de las claves para mantener la concentración durante el teletrabajo sea, precisamente, no cambiar estos hábitos de vestuario, lo cierto es que las prendas amplias y los tejidos suaves, lo que se considera más cercano al vestuario casual, se han hecho un permanente en los armarios.
Otra de las evidencias que nos deja esta época post-pandemia es que los códigos de vestimenta, todos, se están tornando más casuales. El dress code “Business” queda relegado a sectores más tradicionales, mientras que el “Business Casual” es la etiqueta corporativa más común en las grandes compañías.
Pero el armario profesional no debe estar compuesto solo por este tipo de prendas, ya que la vida corporativa tiene también varios matices. Lo que inicialmente se llamó “Casual Friday” se ha transformado en el dress code “Smart Casual”, o lo que es lo mismo, un grado más de relajación en determinados días o momentos del año, ejemplificado a través de jeans o sneakers.
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¿El dress code “Casual” también puede ser corporativo?
La respuesta es sí. Hace varias décadas, trabajábamos exclusivamente en oficinas, factorías, tiendas, es decir, no hacíamos vida corporativa más allá de las paredes de la compañía. Una vez salías de este entorno, el trabajo finalizaba.
Pero, de un tiempo a esta parte, observamos tres fenómenos curiosos, en los que las compañías tecnológicas han sido pioneras: por un lado, las oficinas se han transformado en entornos más amigables, diluyendo la percepción entre casa y trabajo. Es común ver en las oficinas sillones puff, futbolines, videojuegos, etc. que permiten al trabajador sentirse como en casa e invitan, por tanto, a vestirse con sudaderas y leggins.
Por otro lado, además, se han puesto en marcha distintas iniciativas off-site que permiten compartir actividades de ocio dentro del ámbito laboral para motivar y generar más espíritu de equipo. Estas actividades, que suelen tener un componente físico importante, requieren de ropa cómoda, que debemos incorporar en el armario en un porcentaje acorde a la frecuencia de estas actividades.
Y las compañías tecnológicas también han sido pioneras en fomentar que los empleados lleven imagen de marca en sus prendas. Desde gorras hasta polos con los colores y el logotipo de la compañía, estas prendas casuales son utilizadas en eventos y conferencias.
En este sentido, el dress code “Casual” se podría utilizar como sinónimo de moderno o innovador. Pero, más allá de estos tres supuestos, no es recomendable usar prendas casuales en la empresa, sobre todo, cuando exista un código de vestimenta instaurado o se tenga un trato directo con clientes. La línea entre la vestimenta casual y descuidada es muy fina y no podemos olvidar que los empleados son los principales embajadores de la compañía.
¿Y en verano está permitido llevar vestuario “Casual”? No sería lo más recomendable. No debe existir una relación directa entre altas temperaturas y extremada relajación en el vestuario o la higiene. Es cierto que, en los meses estivales, la actividad se reduce, y podemos optar por un vestuario más cercano al “Smart Casual” para todos los días, pero no debe ser excusa para llevar, por ejemplo, ropa deportiva a la oficina.