Bien por inseguridad o por vergüenza, en muchas de las reuniones actuamos como simples oyentes. El hecho de hacer valer nuestra voz nos suele dar reparo. Incluso, cuando lo hacemos, muchas veces no parece trascender lo que decimos. En este artículo os contamos cómo influye el lenguaje corporal en nuestro desarrollo profesional.
La manera de comportarnos en el trabajo es fundamental para nuestra imagen profesional. Tanto si somos demasiado vehementes como si «pecamos» de tímidas, nuestra actitud, gestualidad y, por supuesto, vestimenta formarán en el resto una percepción que puede ser muy útil o, por el contrario, nuestro peor enemigo, de cara a un ascenso. Por ello, es muy importante analizar nuestro lenguaje corporal y adoptar una serie de recomendaciones.
Cada persona tiene un carácter, una forma de ver las cosas. Y cuando se trata de trabajar en equipo, no siempre es fácil entenderse. En las reuniones, no estamos obligados a hablar. Pero estás presente por algún motivo, normalmente, por tus conocimientos y experiencia. Si no estás de acuerdo con algún punto de los comentados, o tienes una opinión o datos que respaldan o contradicen lo tratado en la reunión, dilo con asertividad, de forma pausada pero firme. Cuida el tono, el volumen de tu discurso y la coherencia de la explicación.
Siempre habrá personas que consideren que lo que dices es más o menos acertado pero, en el ámbito profesional, se valora más a las personas proactivas que a las que quieren pasar inadvertidas.
Es muy importante comunicar lo que hacemos bien y reclamarlo. En un entorno tan competitivo como el laboral, si no lo haces tú, nadie lo va a hacer por ti. De la misma forma, desvía la atención de tus errores. Tan importante como la venta externa es la “venta interna”.
La importancia de los gestos
Nuestra comunicación verbal es muy importante pero la clave está en lo que no se escucha, en nuestros gestos. Las mujeres solemos ser más gestuales que los hombres. Para nada se trata de borrar nuestra expresión corporal, pero sí debemos reducir la teatralidad y, sobre todo, conocer que hay determinados movimientos que no nos favorecen.
Por ejemplo, mantener una reunión cruzada de brazos solo simboliza rechazo o nerviosismo. Lo mismo ocurre si cruzamos las manos, ya que nuestro interlocutor interpretará frustración. Sujetar un bolígrafo nos proporcionará seguridad.
Taparse la boca con la mano, tocarse la nariz, frotarse un ojo o rascarse el cuello es sinónimo de mentira u ocultación. Evita estos gestos para que la comunicación sea más abierta y confiable. Además, detecta estos gestos en la otra persona para entender el contexto de la comunicación.
Apoyar la cabeza en la mano o golpear de forma repetitiva la mesa con los dedos denota aburrimiento, así que es mejor evitar estos mensajes en reuniones importantes o con superiores.
Por el contrario, hay gestos como la sonrisa abierta y sincera que atraen, independientemente de los géneros. Abrir los brazos y mostrar las palmas de las manos hacia arriba son dos de los gestos más agradecidos desde el punto de vista de la comunicación.
Cuando hablamos con otra persona, es mejor mirar al punto de la frente entre las cejas, nunca a la boca o al cuerpo. Además, es muy importante respetar las distancias físicas para no incomodar y evitar tocar físicamente a la otra persona, aunque sea un simple toque sutil.
La ropa influye en la comunicación no verbal
La ropa también es muy importante en la comunicación no verbal. En entornos corporativos, cuando se trata de cerrar acuerdos, es mejor no llevar falda y nunca cruzar las piernas. Lo mismo ocurre cuando posamos sentadas para una fotografía. Las piernas estarán juntas, rodilla con rodilla, y un poco ladeadas.
Las gafas transmiten inteligencia y sinceridad, son un símbolo de poder en los negocios. Es más, en reuniones combinar maquillaje con gafas transmite sofisticación e inteligencia.