Lo ideal es que el cargo ejecutivo llegue con una presencia ya definida. Entendemos ‘presencia’ no solo como apariencia o seña de identidad física sino también como comportamiento, habilidades de comunicación y desenvoltura digital. Pero no siempre es así. Muchas veces se alcanzan puestos directivos sin tener clara una estrategia de imagen que refuerce ese liderazgo, por lo que está abocado al fracaso. Así construimos una estrategia de presencia ejecutiva.
Un líder es la persona que es capaz de convencer al resto del grupo para actuar en aras de conseguir un objetivo, aunque ello suponga correr riesgos o asumir sacrificios. Pero, en muchas ocasiones, la posición en una organización no supone convertirse automáticamente en un líder. En muchas ocasiones, el directivo siente que su mensaje no llega o que no es respetado. Son muchas las razones por las cuales no existe esta adhesión pero, más allá de los factores exógenos, la principal causa es la falta de presencia ejecutiva.
Los asesores de imagen trabajamos la presencia ejecutiva desde distintas perspectivas, pero todas ellas deben derivar en una marca personal que no entre en contradicciones, que no distorsione el mensaje sino que lo apoye. Por eso, es tan importante las prendas que se visten como la manera en la que se habla en público o se comporta en redes sociales. Nada debe ser casual en altos cargos, mucho menos en momentos como sucesiones, ascensos o campañas electorales.
La primera perspectiva en la que trabajamos dentro de un proyecto global de presencia ejecutiva es la Apariencia (Appearance, en inglés). Y es la primera porque realmente este análisis conlleva un conocimiento más profundo de la persona, que luego nos servirá para diseñar el resto de la estrategia. Analizamos factores como la colorimetría y la morfología para definir su físico. Conocemos su estilo personal y su ciclo de vida, es decir, su agenda, compromisos, etc. Y, con toda esta información, gestionamos su armario a través, además, de una labor de personal shopping.
La segunda perspectiva es el Comportamiento (Behaviour, en inglés). Conociendo su agenda, trabajamos con el cliente en técnicas de protocolo, etiqueta, multiculturalidad y diversidad. El mundo es tan complejo y cambia a tal velocidad que es necesario tener muy claras las reglas de conducta y buen comportamiento para que nuestra imagen sea impecable. La ropa comunica, como también lo hace la manera en la que interactuamos con los demás. Por ello, ambas cosas deben ir de la mano y construir una sólida presencia.
La tercera perspectiva es la Comunicación (Communication, en inglés), vista desde tres ángulos: la comunicación escrita, la oratoria y la comunicación gestual o no verbal. Para la primera de ellas, tecnologías como la inteligencia artificial nos ayudan a generar la base de discursos y comunicados. Si bien, herramientas como ChatGPT no son del todo infalibles y es necesaria la ayuda de un asesor para transformar esta base textual en comunicaciones adecuadas en tiempo y forma y, sobre todo, empáticas. La habilidad de hablar en público y acompañar el mensaje con los gestos adecuados se consigue con mucho entrenamiento. Que los gestos contradigan el mensaje hablado o compremos el marco de la competencia son algunos de los fallos más comunes en el ámbito directivo.
Recientemente, se ha incorporado una cuarta perspectiva a los proyectos de gestión de imagen ejecutiva: la Presencia Digital (Digital Presence, en inglés). Los cargos con exposición pública nunca deben dejarse llevar por la improvisación o las emociones cuando comunican a través de redes sociales. Además, debe haber detrás un equipo de monitorización que analice el sentimiento que genera esta persona en Internet, para poder anticiparse a determinados discursos o poder corregir determinados comportamientos. No podemos olvidar que cualquier detalle puede convertirse en viral, dando al traste con una reputación construida durante años.
En la definición y construcción de la presencia ejecutiva de un alto cargo o directivo trabajan profesionales de distintos ámbitos, que consideran la persona asesorada como una entidad propia cuya imagen tiene un valor intangible que también debe ser gestionado.
Tampoco es labor de un día. La construcción y gestión de la presencia ejecutiva es un trabajo a largo plazo, que conlleva no solo la presentación de la persona sino la consolidación de una narrativa coherente y persuasiva, a veces incluso épica, materializada en distintos lenguajes, canales y soportes.
Y, por último, tampoco es barato. Son muchos los expertos y medios que deben formar parte de esta estrategia, desde una perspectiva multidisciplinar. La profesión de asesor de imagen va más allá de dar consejos aleatorios y, normalmente, suele estar en la sombra. El éxito de su trabajo es que su asesorado sea considerado un líder respetado y seguido.
*Imágenes generadas a través de inteligencia artificial generativa.