Si ya es un reto que nuestro estilo personal en el vestir se ajuste a la imagen que la compañía quiere proyectar de sus empleados, hacerlo en verano tiene una dificultad añadida. Las altas temperaturas nos obligan a llevar menos ropa pero ¿dónde está el límite?
Con la llegada de la época estival, sabemos que los códigos de vestimenta corporativos cobran especial importancia. El aumento de la temperatura nos motiva a usar menos ropa y la tendencia va hacia una relajación natural, también en el aspecto. Si a ello le unimos la dificultad que supone, en algunos casos, adaptar nuestros gustos personales a las pautas definidas por la compañía, puede resultar un verdadero quebradero de cabeza para el empleado saber cómo debe vestir para acudir a su puesto de trabajo respetando el dress code de la compañía, buscando la comodidad y sin renunciar al estilo personal.
Hablemos primero de los estilos y su adecuación a los códigos de vestimenta de las compañías. Hay estilos como el clásico que coinciden con el dress code ‘business’ de los despachos de abogados y las consultorías. De la misma forma, en industrias como la moda o la comunicación podemos ver estilos más creativos y sofisticados. Pero ¿qué ocurre cuando no existe una correlación tan evidente?
Sin duda, los códigos de vestimenta causan tanta controversia como el protocolo. Pero, en realidad, ambos son muy necesarios. Estas normas sobre vestimenta nos permiten proyectar una imagen profesional propia y de compañía. Nuestra forma de vestir transmite respeto hacia nuestros clientes y compañeros, de la misma forma que el protocolo nos permite encontrar códigos comunes de comportamiento respetando la cultura y los usos específicos de cada persona o colectivo.
No debemos ver los códigos de vestimenta como reglas inamovibles e inalcanzables ya que suelen estar regidos por el sentido común. Si la compañía tiene una política definida de uniformes y equipación, éstos deben estar diseñados para el confort y el mejor desempeño del trabajo, manteniendo una imagen única de marca. Es cierto que en este caso tenemos menos margen de maniobra para mostrar nuestro estilo personal pero siempre podemos dejar patente nuestra esencia en pequeños detalles como joyas o el cabello, siempre que no haya directrices específicas al respecto.
Si, por el contrario, no es necesario ir uniformado durante la jornada de trabajo, los códigos de vestimenta corporativos suelen tener como objetivo el respeto a la persona con la que se comparte entorno laboral. Cuando a priori nuestro estilo personal en el vestir no concuerda, exactamente, con los protocolos de vestir de la compañía, no debemos verlo como un impedimento porque siempre hay solución. Dentro de los estilos de vestir, hay infinidad de posibilidades que nos permiten seguir las normas de la compañía sin perder nuestra identidad.
¿Cómo podríamos vestir para trabajar en un banco con un estilo personal natural o, incluso, deportivo? Con la llegada de la pandemia y el teletrabajo, irrumpió el estilo “leisure”, con patrones más holgados, de tejidos más suaves y cómodos (por ejemplo, algodón o lino para el verano), que podemos llevar perfectamente en el día a día, incluso en estos sectores más tradicionales.
Por el contrario, si trabajamos, por ejemplo, en una agencia publicitaria y nuestro estilo es clásico o romántico, podremos optar, en el primer caso, por prendas básicas como las camisas combinadas con algún complemento maxi de tendencia; o boho en el segundo caso a través de vestidos y blusas con volantes y estampados florales.
Vestir para el trabajo en verano
¿Y qué ocurre cuando combinamos como tercera variable la temperatura? Pensemos siempre con sentido común. Las compañías con uniformes definidos deberán tener opciones para el invierno y el verano, para trabajar en interior y en exteriores.
Por el contrario, en las compañías o posiciones en las que no es necesario uniforme, no se permite un libre albedrío. Suelen estará regidas por normas tan evidentes como que no debemos ir al trabajo en ropa de baño, con prendas demasiado cortas o escotadas (por mucho calor que haga), e incluso cuidar más si cabe la higiene debido a las altas temperaturas. Estas pautas en absoluto están reñidas con los estilos personales, que podemos seguir manteniendo sin problema.
Adecuar nuestro estilo personal en el vestir al código de vestimenta de cada compañía, y además, hacerlo en verano cuando las temperaturas son a veces excesivamente altas, supone un auténtico reto para la imagen profesional. Un asesor de imagen puede ayudarte a revisar tu armario y adecuarlo a la compañía en la que trabajas o a la que quieres presentar tu candidatura.