Una de las tecnologías con mayor proyección en la industria de la moda es la Realidad Aumentada. Gracias a la capacidad de superponer elementos virtuales sobre imágenes reales, podemos probar cómo quedaría una determinada tonalidad de maquillaje sobre nuestra piel o probarnos ropa sin ni siquiera tocar la prenda físicamente.
No hay más que navegar durante unos minutos por un feed de Instagram optimizado para moda y descubrir cómo las grandes firmas han conseguido hacer de la Realidad Aumentada (AR – Augmented Reality) un ejercicio de marketing aplicado a la innovación y al Customer Experience (CX).
Pero no fue un proceso sencillo. Al igual que está ocurriendo con otras tecnologías como el Metaverso, las expectativas fueron más altas que la velocidad de implantación. La Realidad Aumentada era una tecnología cara de utilizar y sin un valor claro para el cliente pre-Covid-19. Algunos experimentos como las gafas inteligentes de Google se quedaron estancadas en los early-adopters, sin conseguir la popularización esperada.
Pero el Covid-19 también supuso un punto de inflexión para la tecnología aplicada a la moda. Los hábitos de consumo cambiaron, la actividad online creció ante un cliente que evitaba las aglomeraciones de los grandes centros comerciales, y la Realidad Aumentada formó parte del grupo de desarrollos innovadores dirigidos a convencer al cliente de las bondades del producto antes de su compra.
Actualmente, en un momento en el que el comercio electrónico ya se encuentra en una etapa madura, y formando parte de nuestro de nuestros hábitos de consumo diarios, la posibilidad de testear el producto tan solo a través de un teléfono móvil desde cualquier lugar supone un valor añadido a la hora de generar ventas.
No es necesario tener un conocimiento avanzado de tecnología para usar este tipo de aplicaciones. Con tan solo una cámara de smartphone, el usuario puede probar los nuevos tonos de barras de labios de Chanel, cómo sentaría un tono de tinte de pelo a través del simulador de L’Oreal, o elegir el modelo perfecto de gafas nuevas en Multiópticas, por mencionar algunos ejemplos.
Amazon ha experimentado con la Realidad Aumentada en un probador virtual de zapatillas, ofreciendo la posibilidad de enfocar la cámara hacia los pies para comprobar cómo sientan distintos modelos desde diferentes perspectivas.
Pero a la hora de probar prendas, parece más complicado. Influyen aspectos como el diferente comportamiento del tejido sobre el cuerpo o la propia privacidad del cliente. Resulta curioso el modelo de Walmart “Be your own model” (“sé tu propio modelo”), que combina realidad aumentada y aprendizaje automático para escanear las dimensiones del cuerpo del cliente, o de un modelo de morfología parecida, y probar cada prenda que tienen en el catálogo, un total de más de 250.000 artículos.
Más allá de una herramienta de marketing, para los profesionales de la moda y la imagen, las ventajas de tecnologías como la Realidad Aumentada se resumen en la mejora de la eficiencia y la predicción de resultados antes de tomar la decisión final. Para los diseñadores de moda, la posibilidad de combinar elementos reales con otros virtuales supone conocer cómo puede resultar el diseño final.
En el caso de los asesores de imagen o personal shoppers, la Realidad Aumentada nos sirve para guiar al cliente en la búsqueda de las prendas que más le favorecen, sin desplazamientos, sin incurrir en costes previos y reduciendo drásticamente la tasa de devoluciones.
La Realidad Aumentada es un ejemplo de cómo una tecnología disruptiva necesita un tiempo de asentamiento y las condiciones sociales necesarias para convertirse en una herramienta tan habitual en nuestras vidas como el ecommerce o la tecnología Lens.
*Fotografía realizada a través de Inteligencia Artificial Generativa.