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Tras la pandemia del Covid-19, los códigos de vestimenta corporativos se han relajado. Aunque se recomienda mantener los mismos hábitos en cuestión de imagen, no es lo mismo trabajar desde casa que tener que acudir a diario a la oficina. En la actualidad, existen varios supuestos en los que el dress code «Casual» está permitido en la empresa. Pero más allá de estos casos, la fina línea entre el aspecto casual y descuidado hace que no sea la etiqueta más adecuada para proyectar una imagen profesional, tampoco en verano.

Las ejecutivas apuestan cada vez más por la tendencia ‘old-money’ o ‘lujo silencioso’ para proyectar una imagen de liderazgo. Diseñar un armario basado en colores neutros nos asegura versatilidad y elegancia pero pueda resultar anodino si no conocemos nuestra colorimetría y no aportamos colores ‘acento’ que nos permitan también diferenciarnos y expresar nuestra personalidad como símbolo de carisma.

La estrategia de sostenibilidad de las compañías también debe ser adoptada por sus líderes en parcelas tan personales como las de su imagen ejecutiva. Apostar por la segunda mano, la marca sostenible y construir un armario con criterio son tres armas fundamentales para consolidar nuestra imagen profesional, a la vez que apoyamos la estrategia de la compañía y velamos por la conservación del planeta para las nuevas generaciones.

La pandemia marcó un antes y un después respecto a los códigos de vestimenta corporativos. La irrupción del teletrabajo provocó que los límites entre lo correcto e incorrecto respecto a la forma de vestir para ir a la oficina fueran más difusos. Pero también supuso la imposición del «Business Casual» como dress code corporativo.

Si ya es un reto que nuestro estilo personal en el vestir se ajuste a la imagen que la compañía quiere proyectar de sus empleados, hacerlo en verano tiene una dificultad añadida. Las altas temperaturas nos obligan a llevar menos ropa pero ¿dónde está el límite?